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Que misterio…

Crónica Fenómenos Paranormales Arqueólogos llegaron a las riberas del cauce del río Nilo para excavar una orbe portuaria donde se enterraban desechos y se encontraron con cadáveres de mascotas enterrados. Hace ya 2 mil años, sus dueños los despidieron con un ritual y les dejaron amuletos. Mirá los esqueletos.

No por nada, los animalitos suelen ser en muchos casos esa compañía inseparable que los seres humanos necesitan para paliar la soledad, para tener una forma de entretenimiento o para llevar alegría a un hogar.

Compañeros inseparables de muchísimos chicos, esas mascotas a las que con tanto esmero se las cuida en la actualidad, han acompañado la evolución del hombre en este mundo desde tiempos inmemoriales.

Y por eso mismo, no extraña el descubrimiento reciente de un equipo de arqueólogos que encabezó Steven Sidebotham, investigador de la Universidad de Delaware, que se topó con un cementerio de mascotas de casi veinte siglos de antigüedad, en los que se pudieron encontrar los restos de perros, monos y decenas de gatos, en el legendario asentamiento de Berenice, una ciudad egipcia del mar Rojo que floreció hace 2.000 años.

Lo que se sabía

Este descubrimiento suma información a la antes expresada cuando se conocieron las catacumbas de Saqqara, que servían como sitios del entierro para las ofrendas de animales realizadas al dios con cabeza de chacal, Anubis.

Millones de perros sacrificados y momificados a esta deidad canina eran sólo una parte de una práctica más amplia de cultos a bestias sagradas.

¿Por qué perros, en este caso puntual? Se supo que durante la primera dinastía (3100-2890 a.C.) se creía que los animales sagrados eran los avatares o manifestaciones de sus correspondientes dioses y por esos tiempos los cánidos eran vistos como la encarnación de Anubis.

Otra mujer, Salima Ikram, arqueóloga y profesora de Egiptología en la Universidad Americana de El Cairo, explicó que los egipcios creían que “matar al mejor amigo del hombre” garantizaba que Anubis acompañaría al difunto desde este mundo al más allá.

Se creía de este modo que los perros eran ofrendas votivas para el dios con cabeza de chacal. Cuanto mejor era la calidad de la ofrenda, mayor era el favor que el donante podía llegar a recibir de Anubis. Prueba de ellos es que han aparecido perros momificados, como el de Asyut, en el Egipto Medio (y que se encuentra en el Museo de la Escuela Taggart).

Extrañamente, muy lejos de Egipto, en suelos americanos, diferentes civilizaciones que bien pudieron ser contemporáneas, como las mayas, aztecas y los mexicas consideraban la posibilidad de matar al perro cuando moría su amo, para que así esa mascota acompañara al fallecido al inframundo, para superar los nueve estadios que lo llevaran a la eterna paz del Mictlan.

¿Enterrados con amuletos?

Cabe destacar que en Berenice también se encontraron varias figuras y dijes de bronce entre los montones de restos de animales. Estos valiosos objetos podrían haber representado la piedad personal, el cumplimiento de un voto, un regalo depositado en agradecimiento, o haber servido como soborno, según el parecer de Ikram.

Cabe reseñar, sin embargo, que ninguno de los restos de animales se ha encontrado decorado o preparado de igual manera que las antiguas momias humanas egipcias, cuyas imágenes han recorrido el mundo infinidad de veces.